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Los orígenes de la isla : los guanches y la conquista española

  • Foto del escritor: Cécile Barrès
    Cécile Barrès
  • 24 abr
  • 1 Min. de lectura

Antes de que Tenerife se convirtiera en un destino popular por sus playas y paisajes volcánicos, la isla estaba habitada por un pueblo misterioso: los guanches. Fueron los primeros habitantes conocidos de la isla, probablemente llegados del norte de África varios siglos antes de nuestra era.

Pastores, agricultores y artesanos, vivían en pequeños reinos llamados menceyatos, cada uno gobernado por un mencey (rey). Su modo de vida era sencillo, en armonía con la naturaleza, y se transmitía de forma oral. Habitaban en cuevas, vestían con pieles de cabra y momificaban a sus muertos según rituales ancestrales que aún hoy resultan enigmáticos.

Pero este mundo ancestral se vio trastocado a finales del siglo XV.





La conquista española

En 1494, la llegada de los castellanos marcó el inicio de un enfrentamiento prolongado. A pesar de la férrea resistencia —e incluso de algunas guanchadas heroicas—, la superioridad militar de los conquistadores acabó imponiéndose.

La conquista de Tenerife culminó en 1496, con la rendición del último mencey. A partir de entonces, comenzó una nueva etapa: la colonización, la cristianización, las plantaciones de caña y el auge del comercio marítimo con Europa y América.


Un legado vivo

Aunque los guanches fueron en su mayoría asimilados, su huella sigue presente en muchos aspectos de la cultura canaria. Se refleja en los nombres de lugares (topónimos), en ciertas prácticas agrícolas, en juegos tradicionales como la lucha canaria, y en muchas palabras del habla local (habla canaria) como gofio, tajinaste o guagua.


La historia de los guanches forma hoy parte del alma de la isla : una mezcla de mito, memoria y orgullo.

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