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Los vinos de Tenerife, un patrimonio vivo entre volcanes y tradiciones

  • Foto del escritor: Cécile Barrès
    Cécile Barrès
  • 7 jun
  • 3 Min. de lectura

Cuando llegué a Tenerife, descubrí su cultura vitivinícola, especialmente presente en el norte de la isla, donde la vid forma el paisaje desde hace siglos.

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Malva

Una antigua tradición vitivinícola


La historia del vino en Tenerife se remonta a la conquista de la isla en el siglo XV. Los colonos españoles y portugueses introdujeron entonces el cultivo de la vid, que rápidamente encontró condiciones ideales en las laderas volcánicas del norte.

Ya en el siglo XVI, el vino canario —y en particular el famoso vino dulce Malvasía— alcanzó gran renombre internacional. Se exportaba a Inglaterra, Flandes y las colonias americanas. ¡El propio Shakespeare lo menciona en varias de sus obras! Los puertos del norte, como Garachico, se convirtieron en centros clave del comercio vinícola.

Pero en el siglo XVIII, el comercio empezó a decaer, debido principalmente a las guerras, los cambios en las alianzas políticas y a catástrofes naturales como la erupción de 1706. No obstante, la producción continuó, sobre todo para el consumo local y muchas familias han seguido transmitiendo este saber hasta la actualidad.


Una tierra volcánica, vinos con carácter


En las fértiles laderas del norte de Tenerife, entre los 300 y los 1.200 metros de altitud, la vid crece en un suelo volcánico rico en minerales. Este terruño único, combinado con un clima suave y húmedo, da lugar a vinos con mucha personalidad, a menudo marcados por una frescura notable, una fuerte mineralidad y aromas originales.


Variedades raras y preservadas


Lo que hace que los vinos de Tenerife sean aún más interesantes son sus variedades autóctonas, que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. La isla se libró de la filoxera, ese parásito que destruyó gran parte de los viñedos europeos en el siglo XIX. Gracias a ello, ha conservado variedades antiguas como Listán Negro, Listán Blanco, Negramoll o Malvasía Aromática.


Una viticultura entre tradición y renovación


Las cinco principales denominaciones de origen de la isla (Tacoronte-Acentejo, La Orotava, Ycoden-Daute-Isora, etc.) se encuentran mayoritariamente en el norte. Allí, los viñedos forman un mosaico de pequeñas parcelas cultivadas muchas veces a mano y en terrazas, a veces con técnicas antiguas como el sistema de cordones trenzados en el valle de La Orotava.

Hoy en día, una nueva generación de viticultores, apasionados y creativos está devolviendo el prestigio a los vinos de Tenerife. Muchos de ellos elaboran sus vinos de forma ecológica o con mínima intervención, para dejar que el terroir se exprese con autenticidad.


El placer de la cata: guachinches y bodegas


Para saborear estos vinos en un entorno auténtico, nada mejor que un guachinche: estas pequeñas tabernas familiares, típicas del norte de la isla, ofrecen vino casero acompañado de platos sencillos y sabrosos, a menudo a base de carne, papas y productos locales. Estos lugares rústicos y acogedores son ideales para vivir una experiencia canaria fuera de los circuitos turísticos.


Y para una experiencia más completa…

Varias bodegas del norte abren sus puertas a los visitantes. Entre ellas destacan:

  • Bodega Monje (El Sauzal), conocida por sus visitas guiadas, catas y eventos culturales en un entorno espectacular con vistas al mar.

  • Viñátigo (La Guancha), una bodega comprometida con la valorización de las variedades autóctonas y una vinificación artesanal.


Imprescindible: la Casa del Vino (El Sauzal)


Para comprender mejor esta riqueza vitivinícola, te recomiendo una visita a la Casa del Vino. Situada en El Sauzal, en una hermosa hacienda del siglo XVII, ofrece:


  • Un museo que recorre la historia del vino en Tenerife,

  • Una sala de catas con vistas al Atlántico,

  • Un restaurante que pone en valor los productos locales,

  • Y una tienda donde descubrir los vinos de las diferentes regiones de la isla.


Un lugar tranquilo, agradable y enriquecedor, perfecto para hacer una pausa entre dos excursiones.


Casa del Vino, el Sauzal, Tenerife

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